Pensar que el acné es cosa de adolescentes y que solo aparece en el rostro es un error. El acné corporal tiene la misma base fisiopatogénica que el acné facial (acne vulgaris) y, por tanto, tendremos riesgo de padecerlo en cualquier lugar donde existan glándulas sebáceas.
Se basa en un excedente de material sebáceo que no es absorbido ni metabolizado adecuadamente por la piel. Esto puede ser debido a que las células están aún en proceso de maduración o bien porque existe un aumento de producción sebácea que no ha sido debidamente eliminado. Como consecuencia, esta mayor concentración de sebo puede bloquear los poros por los que la piel excreta sustancias como el sudor o productos de metabolización secundarios. Esto provoca inflamación, sobreinfección y las típicas lesiones propias del acné en diferentes estadios: comedones, pápulas y pústulas.
¿A qué es debido?
Como sucede con el acné facial, su etiología es multifactorial. Las causas más frecuentes son un aumento de la actividad hormonal, la falta de higiene, una predisposición genética o la exposición a agentes contaminantes. Estos factores pueden generar una mayor producción de sebo y, por tanto, la aparición del acné.
A pesar que el acné localizado en el rostro tiene una mayor repercusión estética, no hay que olvidar esta variedad de acné, sobre todo ahora que se acerca el verano.
Ciertas zonas son más proclives a padecer acné corporal porque tienen una concentración mayor de glándulas sebáceas de forma fisiológica:
- Espalda.
- Brazos.
- Piernas.
- Glúteos.
Ten en cuenta que la piel corporal posee un grosor mayor y, por tanto, un mayor grado de resistencia a las lesiones. Aparecerán menos racimos de pequeñas lesiones, pero es posible que estas sean más profundas.
¿Cómo lo tratamos?
El tratamiento se basa en los mismos pilares que en el acné facial. Sin embargo, la higiene corporal cobra un protagonismo especial.
- Limpieza: es el paso fundamental para conseguir el equilibrio entre producción-excreción de sebo. Realiza al menos 2 limpiezas corporales al día, siempre con agua tibia y sin fricción, para no producir inflamación sobre las lesiones.
- Exfoliación: una exfoliación corporal suave cada 2-3 días permite una limpieza profunda, elimina las células muertas de la capa córnea y hace disminuir el acúmulo de grasa.
- Hidratación: existe la creencia que una piel acneica no requiere hidratación, pero es falso. La descamación producida por los productos indicados para su tratamiento es muy efectiva contra el acné. Sin embargo, se debe paliar haciendo recuperar una mínima capa lipídica que nos permita mantener el efecto barrera tan beneficioso de la piel. Por tanto, será necesaria una hidratación astringente complementaria.
El mejor tratamiento: cuida tu piel
Dada la importancia de mantener el equilibrio del contenido graso de la superficie cutánea como determinante en la aparición del acné corporal, te recomendamos lo siguiente:
- Mantén una buena rutina de higiene corporal: dúchate siempre que lo creas oportuno, sobre todo si has sudado o has pasado calor. Utiliza un jabón muy suave, hipoalergénico y con función astringente. Sécate suavemente y cambia las toallas con mucha frecuencia.
- Evita la sobreinfección de las lesiones: no manipules las lesiones y utiliza ropa que disminuya la fricción con la piel.
- Toma con precaución el sol: las lesiones pueden mejorar inicialmente por el efecto secante del sol y del agua marina, pero posteriormente puede producirse inflamación porque la capa basal aumenta la producción de sebo.