En la actualidad, el ser humano vive, generalmente, en una particular carrera de obstáculos. Debe controlar cada segundo de su día a día para conseguir hacer todo aquello que se exige. Existe una enorme desconexión del medio natural y de su fluir del tiempo, calmado y ligado a las estaciones. Las ciudades se convierten en una carrera contrarreloj, en la que se considera un fracaso no ser el más rápido y no tratar siempre de mejorar esa marca. La prisa es el motor de nuestras acciones y envuelve nuestra vida acelerándola, economizando cada segundo y rindiendo culto a la velocidad, que es lo único que parece importar para ser mejores.
El movimiento slow es una filosofía que se centra en que las personas vivamos sin las prisas características de la sociedad actual. Vivir de manera calmada, sin correr y sin pretender abarcar demasiado. Así, las pequeñas rutinas del día a día se transforman en actividades plenas, ya que nos centramos en cada paso y no solamente en la meta. El movimiento slow pretende que empecemos a disfrutar del camino, sin darle tanta importancia al destino, adaptándonos al ritmo de cada actividad sin acelerarnos.
¿Qué es la cosmética slow?
La cosmética slow busca la belleza natural y auténtica, sin que sea forzada. Debe salir de nuestro interior. Cuidarnos a nosotros mismos y elegir los tratamientos más acordes a nuestras necesidades individuales. Si seguimos este movimiento slow, nos cuidaremos de forma consciente, disfrutando de cada paso del proceso y convirtiéndolo en un hábito natural. Así, nos cuidaremos diariamente y lo convertiremos en una rutina indispensable de nuestro día a día. Aunque haya días en los que apenas tengamos tiempo, haberlo convertido en un hábito conseguirá que realicemos nuestra rutina de belleza de forma natural.
El objetivo de la cosmética slow es incitar a los consumidores a que se vuelvan más curiosos y críticos respecto a la composición de aquellos productos que se aplican cada día sobre el rostro. Dejar la cosmética tradicional y optar por la cosmética slow es algo que debemos tomarnos con tranquilidad y sin precipitarnos. En primer lugar, infórmate sobre los ingredientes que contienen los productos que utilizas habitualmente, ya que el objetivo es apostar por productos que respeten tanto nuestra piel como el medioambiente.
Julien Kaibeck, experto en cosmética slow, tiene claro cuáles son los tres pilares de esta nueva forma de cuidarse:
- Una cosmética inteligente que responda a las necesidades reales de la piel y le aporte ingredientes naturales y no ingredientes inactivos, como siliconas.
- Una cosmética que apueste por el sentido común y que no prometa lo imposible.
- Una cosmética que invite a cuidarse sin recurrir a aromas sintéticos, artificios ni a la promesa de una piel joven durante toda la eternidad.