Los efectos beneficiosos de una adecuada exposición solar son múltiples. Siempre se ha hablado mucho de que las personas que padecen acné mejoran de esta afección en los meses con mayor radiación solar. ¿Qué hay de cierto en esta afirmación? Hoy te explicamos los efectos del sol sobre el acné.
¿El sol mejora el acné?
La radiación solar provoca un efecto antiinflamatorio sobre la superficie cutánea porque inhibe los procesos de reparación y regeneración. Es decir, la piel se vuelve menos reactiva ante la agresión externa que supone la radiación ultravioleta. Así, consigue adaptarse a las condiciones ambientales y sintetiza melanina, nuestro pigmento natural para protegernos del sol. Por ello, este efecto es beneficioso en patologías de base inmune como la psoriasis, otras dermatosis como los eccemas y en cierto modo en el acné.
El sol ejerce una función inmunosupresora, antiinflamatoria y bactericida sobre las bacterias que hacen sinergia negativa en el desarrollo del acné. En cierto modo produce una deshidratación local y puede ayudar a la regulación del sebo cutáneo.
Entonces, ¿el sol mejora el acné? Deberíamos ser cautos ante esta aseveración, porque, aunque existen múltiples estudios que aprecian una mejoría leve durante el verano, también puede ocurrir que algunos individuos empeoren con la vasodilatación tisular que el sol provoca sobre la superficie cutánea. El aumento de permeabilidad produce más riesgo de obturación de los poros y, por tanto, de empeoramiento del acné.
Efecto rebote del sol sobre la piel con acné
A pesar de los beneficios del sol sobre la superficie cutánea en las pieles acneicas, es cierto que suele ser temporal y habitualmente las lesiones vuelven a empeorar una vez pasado el verano.
Esto sucede así porque la descamación por el daño tisular que realiza el sol localmente desaparece cuando dejamos de tomar el sol. Al eliminar un factor de la ecuación, la piel vuelve a recuperar sus funciones y se desinhibe, de modo que vuelven a iniciarse los procesos de regeneración de la piel y de canalización de sebo hacia la superficie cutánea.
Y lo más importante: no nos olvidemos del efecto negativo que tiene el sol sobre la superficie cutánea. La radiación solar produce un daño oxidativo que se acumula a lo largo de los años y favorece el envejecimiento cutáneo. Así que la fotoprotección debe ser fundamental por dos razones: para evitar la formación de radicales libres y para prevenir la fotosensibilización de la piel. Una piel acneica es más sensible que una piel normal debido al sufrimiento celular que producen los procesos de inflamación de comedones, pápulas y pústulas.
Protege tu piel del sol
Te recomendamos que pruebes una exposición adecuada al sol si tienes la piel acneica y no estás en tratamiento con retinoides. Si el efecto de deshidratación hace que mejore tu acné, toma el sol, pero, eso sí, hazlo con moderación.
Evita siempre las horas de máxima intensidad solar (de 12 a 16 h) y usa filtros solares elevados que no contengan grasa (oil-free, no comedogénicos).
Es importante que la fotoprotección específica sea con productos cuyos emolientes no tengan una base excesivamente hidratante, pero sí protectora. La piel acneica está sensibilizada por la inflamación que produce la sobreinfección bacteriana sobre los folículos pilosos. Por tanto, los productos que utilices deben respetar tu fototipo de piel y llevar al menos un factor 30 de protección, y te recomendamos las texturas gelificadas, que producirán una sensación de frescura e hidratación aceptable. Por último, recuerda hidratar tu piel de forma habitual.