El verano, el sol y, sobre todo, la playa requieren unos cuidados específicos para nuestra piel. Esto es debido a que existe una serie de factores que hay que tener en cuenta, pues aumenta la exposición a la radiación ultravioleta. Pero, además, disfrutar en la playa va en relación con dos factores importantes: la sal y la arena, que pueden afectar a nuestra piel.
¿Qué le sucede a nuestra piel cuando vamos a la playa?
Pasar un día en la playa provoca una serie de cambios en la estructura de nuestra piel. Básicamente tenemos que considerar que el sol y la sal causan deshidratación y aumentan el riesgo de sequedad y escoriación de la piel.
La radiación solar ocasiona un daño inmediato, si no se ha protegido la piel correctamente, en forma de enrojecimiento o quemadura. Además, hemos de considerar la evaporación del agua concentrada en las últimas capas de la piel. Si a ello le sumamos que la sal tras entrar en contacto con las mucosas favorece el flujo de agua hacia la superficie, podemos entender por qué nuestra piel se deshidrata tras un día de playa.
¿Qué te recomendamos?
Lo primero que va a necesitar nuestra piel para recuperar su función de barrera será una hidratación más profunda y adecuada.
Antes de iniciar el proceso de reparación de la piel, es importante realizar una limpieza cuidadosa para no provocar una irritación que se sume al daño que la piel ha sufrido durante la jornada:
- - Límpiala en profundidad para eliminar la sal y otros residuos, como la arena, otras sustancias o lociones/aceites.
- - Utiliza exfoliantes faciales y corporales suaves para ayudar a eliminar impurezas y células desvitalizadas.
Esta fase es importante para preparar la piel para su nutrición y reparación posterior; si no se realiza, se perdería capacidad de absorción.
Posteriormente, tras una limpieza adecuada, hidrataremos nuestra piel. Te aconsejamos que utilices una crema hidratante corporal para aumentar la capacidad que tiene la piel de absorber y aumentar la concentración de agua que ha perdido durante el día por efecto del sol.
- - Cuerpo y flexuras: es importante que el emoliente que escojamos tenga un alto poder de hidratación y regeneración celular, puesto que la radiación solar destruye principalmente las fibras de sostén de la matriz extracelular. Por ello el sol acelera el envejecimiento, porque al perder capacidad estructural las células dejan de contribuir a la firmeza de la piel.
- - Cara y ojos: utiliza una crema específica para tu cara y para el contorno de ojos. Recurre a productos que, además de nutrición, aporten sensación calmante. Algunos como el aloe vera pueden reproducir ambos efectos.
Y no te olvides de…
- - Aplica lociones o cremas calmantes sobre la zona donde no te has protegido adecuadamente, para que disminuyan los síntomas de una posible quemadura.
- - Bebe agua y aumenta la ingesta de vitaminas (A, C y E), para que tu piel recupere su estructura lo más rápido posible.
- - Revisa tu piel: es el momento ideal para revisar manchas o pequeños lentigos o lunares, según su forma, color y evolución. Como siempre, si tienes dudas, consulta a tu dermatólogo habitual.