La vida muchas veces nos atrapa en un vaivén de escenas, como si de una película se tratara, que a veces son demasiado melodramáticas y al final nos llegan a afectar en el día a día. Es entonces cuando quedamos atrapados en un círculo vicioso de estrés, agobio y angustia del que nos cuesta salir, porque nos vemos incapaces de desconectar del trabajo, de la familia o simplemente de los problemas. No podemos.
Esto sucede porque la demanda de tareas es variada y excesiva y, cuando nos responsabilizamos de ellas, sufrimos porque no podemos realizarlas todas, o no a tiempo. Esto provoca una sensación de frustración y fatiga que alimenta al estrés.
La gestión del momento, de la vida en sí misma, afecta a nuestro organismo y a nuestra piel. Nos defendemos a través de mecanismos y sustancias hormonales que nos preparan para la acción, para la tarea, para la resistencia y para la defensa. Pero muchas veces nos olvidamos de ocuparnos de nuestro yo y de generar lo opuesto: relajación, empatía y adaptación serena a la realidad.
Lo cierto es que la redundancia del estrés en la vida afecta negativamente a la piel, como también a muchas otras partes de nuestro organismo. Existen terapéuticas sociopsicológicas, como el novedoso mindfulness o la búsqueda de la conciencia plena, que nos orientan a través del conocimiento del yo y del momento para gestionar ese estrés y aceptarlo, como también a nosotros mismos.
Hoy te vamos a dar unos consejos para que empieces a parar, ver y sentir antes de reaccionar, y que así puedas conocer y gestionar mejor tus emociones. De esta manera conseguirás que tu piel sea esa imagen de ti lúcida y feliz que sabemos que llevas dentro.
Consejos para ti y para tu piel
Conócete
Te recomendamos que pares, te observes, quizá que leas algo y que vivas tu vida momento a momento. No corras, disfruta. No pierdas tiempo juzgándote a ti o a otros. Confía en lo que has hecho y en lo que harás, sin ponerte límites. Intenta mantener tu mente abierta, cultívala para que se interese por todo lo que dé valor a tu vida. Recuerda que buscar solo los resultados no es suficiente; fíjate en el proceso, en cómo suceden las cosas, y saborea el camino. Acéptate a ti y a la realidad que te envuelve, aprendiendo de los demás, pero soltando lo que no te permita avanzar.
Dedícate tiempo
Utiliza parte de tu día para una limpieza suave y una hidratación de tu piel. Haz que ese momento de masaje capilar y de exfoliación cutánea permita a tu piel volver a su estado natural.
Realiza ejercicio
El ejercicio suave permite a tu sistema cardiovascular funcionar mejor y a tu piel adaptarse de forma fisiológica al cambio de temperatura. Realiza una suave limpieza diaria tras el ejercicio, para eliminar todas las impurezas que puedan acumularse en la capa córnea y en los poros.
Tómate un descanso
Planifícate y consigue unos minutos al día, unas horas a la semana, y dedícalos a cuidarte. Será un buen momento para realizar un tratamiento con mascarillas y posteriormente una hidratación profunda.