Técnicas de relajación para mejorar la piel

Técnicas de relajación para mejorar la piel

Quizá te hayas enfrentado hace poco a alguna situación estresante que te ha producido angustia, agobio o que ha conseguido afectarte negativamente de alguna manera.

Es entonces cuando deberías preguntarte cómo eludiste ese círculo tan común de preocupación-agobio-miedo-más preocupación. Es habitual que logremos romper ese circuito de estrés mediante un inconsciente stop and run, es decir, paramos, pensamos y afrontamos el problema. Así lo resolvemos muchas veces, o al menos conseguimos que emocionalmente no afecte a nuestro ritmo de vida.

Sabemos que el estrés mal gestionado afecta a nuestro cuerpo de igual manera a como lo hacen patologías sistémicas muy conocidas (hipertensión, diabetes, enfermedad renal, etc.). El cuerpo se defiende iniciando procesos de oxidación rápida, suben la tensión arterial y la frecuencia cardíaca, y se incrementan ciertas hormonas que favorecen la síntesis de compuestos necesarios para la preservación de las funciones vitales.

El problema surge cuando este proceso de activación (por momentos tan necesario) se mantiene en el tiempo. La piel, como el cuerpo, se resiente negativamente a causa de esta hiperactivación orgánica. Es entonces cuando se favorece la aparición de arrugas, aumentan las reacciones atópicas y se acelera el envejecimiento.

Hoy te proponemos una serie de ejercicios con los que conseguirás aislarte de tus preocupaciones y alcanzar de nuevo la estabilidad emocional imprescindible para avanzar en tu día a día.

 

Técnicas de relajación

Es posible que no creas en ellas y que pienses que no poseen ninguna base científica. Sin embargo, tienen múltiples efectos beneficiosos tanto orgánicos como psicológicos. Por ello, te proponemos un ritual básico para que te inicies en las técnicas de relajación más sencillas:

  1. Comienza con ejercicio suave: puede ser simplemente ir a caminar, aunque lo óptimo es practicar algo que imponga ritmo a nuestro cuerpo. Así aprovecharemos la reacción estresante y nuestro cuerpo se centrará en realizar el ejercicio físico. Cuando notes cansancio, vuelve a tu estado de reposo.
  2. Aumenta tu percepción corporal: tras el ejercicio y la calma, lo que perseguimos es concentrarnos en nuestro cuerpo, en nuestro organismo, de forma global. Así que aíslate y concéntrate en ti. Para conseguirlo, respira de forma adecuada. Con la ayuda de un cronómetro, coge aire y expúlsalo completamente, intentando no pasar de las 25 respiraciones por minuto (lo ideal es que consigas 12-15/min).
  3. Medita: una vez controlado el cuerpo, debemos ajustar la mente. No pretendemos seguir pensando en lo que nos preocupa. Lo que perseguimos es centrar la mente en la percepción de lo que nos envuelve. Ponte música suave, intenta concentrarte en las respiraciones y comienza a relajar cada uno de tus músculos. Tómate el tiempo que necesites y focaliza tu mente, sin dejar que te dominen las preocupaciones.
  4. Relájate: llegado este punto, la relajación suele ser una consecuencia de todo el ritual. Es más fácil si lo hacemos sentados o estirados en una postura cómoda. Focalízate en la respiración, centra tu mente y tu cuerpo conseguirá relajarse del todo.

¿Cuándo realizarlas?

  • Antes de ir a dormir, para conseguir descansar adecuadamente.
  • Justo al levantarte, para afrontar el día con garantías.
  • Prepara ese momento o reunión tan importantes realizando este ritual de relajación horas antes.

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