Ya lo dice el sentido común: sonríe y duerme. No hay nada mejor para estar guapa y disfrutar de una piel bonita.
Sonreír, tengas o no una gran sonrisa, trasmite alegría, bondad y paz. Y eso afecta positivamente a tu imagen seas como seas. Y además, ¡es tan fácil sonreír!
Dormir es igual de efectivo, pero no siempre es tan fácil. A muchas personas les cuesta dormir. ¡Y conviene solucionarlo! Porque, como os vamos a contar a continuación, dormir bien produce un efecto extraordinario en la piel.
Para empezar, dormir es una de las actividades principales de nuestro organismo, ya que cuando dormimos nuestro cuerpo expulsa toxinas y regenera todos sus tejidos y células. Además, mientras soñamos, se produce la regulación del colágeno, el responsable principal de proporcionar firmeza y densidad a la piel.
A partir de aquí solo nos queda aconsejarte algunas directrices para asegurarte un sueño realmente reparador:
Limpia e hidrata tu piel. Y si te da pereza, convierte el ritual en un placer. ¿Cómo? Usando productos que dejen tu piel limpia, hidratada y super confortable. Según tu tipo de piel, escoge tu tratamiento:
- Piel joven y sin necesidades especiales. Solo una piel sana.
- Piel con necesidades hidratantes, antioxidantes y energizantes.
- Piel con necesidad de renovación y de recuperar su vitalidad.
- Piel que necesita alta tecnología para retrasar los signos del paso del tiempo.
- Piel con tendencia acneica.
Duerme boca arriba. Durmiendo boca arriba tu piel quedará libre y los poros podrán oxigenarse con mucha más facilidad.
Intenta dormir entre 7 y 8 horas diarias. Está demostrado que son las horas necesarias que el cuerpo necesita para realizar todas sus funciones de regeneración y desintoxicación.
Realiza ejercicios de relajación. La respiración es fundamental en estos ejercicios; aprende a respirar correctamente. No solo es fundamental para el correcto funcionamiento del organismo, sino que incluso mejora la calidad del sueño.
Así que recuerda: duerme. No hay mejor tratamiento de belleza.