¿Por qué un cuerpo sano nos permite tener una mente sana?

¿Por qué un cuerpo sano nos permite tener una mente sana?

No resulta fácil explicar qué relación existe entre la mente y el cuerpo. El abordaje de esta cuestión siempre debe ser cuidadoso, porque sin duda es un tema complejo. No deberíamos asociar ambos mundos de forma secuencial o cronológica, porque no siempre uno sucede al otro, o viceversa. Aunque la relación entre lo biológico y lo psíquico existe, ambas entidades no están conectadas siempre igual y, ante una situación relativa a uno u otro aspecto, el otro se verá afectado de diferente manera.  

Así que es posible tanto que las condiciones que afectan a tu organismo ocasionen situaciones psicológicas como consecuencia, como lo contrario, que determinados estados de ánimo influyan en cómo reacciona tu cuerpo. Por tanto, evitemos ser reduccionistas: ambos aspectos deben ser tomados como un todo. Un buen cuidado de la salud proporciona a nuestro cuerpo un ambiente propicio para que nuestra mente no requiera actuar de una forma que pudiera afectarnos y, a la postre, imponer unas necesidades a nuestro cuerpo que no está preparado para sufrir.  

 Por tanto, una persona depende de su estado puramente biológico o psicológico, pero también de muchos otros factores que la rodean a ella y a su círculo más cercano. Si establecemos ciertas actividades o rutinas que favorezcan la relajación o la resiliencia, es muy posible que encontremos beneficios positivos para nuestro cuerpo.  

¿Qué actividades son beneficiosas? 

Para fomentar que tu cuerpo no esté hiperactivado siempre y que eso provoque, primero, estrés psicológico y, posteriormente, que afecte a tu organismo al intentar mantener un estado de alerta continua, existen actividades que favorecen el equilibrio entre cuerpo y mente.  

Son actividades que aúnan el ejercicio corporal postural con el control de la respiración, como el yoga o el pilates. Se trata de ejercicios que alinean tu mente con tu cuerpo buscando tu centro de gravedad y de presión (zona abdominal). Promueven el bienestar y sensaciones como la tranquilidad o el sosiego para que la reactividad a tu vida diaria disminuya y tu sufrimiento sea más llevadero. 

Además, permiten que tu cuerpo baje su actividad a niveles razonables. Este proceso de alineamiento mente-cuerpo potencia ciertas actividades fisiológicas. En el caso de la piel, se activarán las vías de regeneración cutánea, lo que fomentará la oxigenación de la piel y progresivamente aumentará su elasticidad y firmeza.  

¿Existen rutinas de belleza? 

No solo el ejercicio es beneficioso, también existen diversas rutinas específicas para el cuidado de tu piel. Entre ellas te recomendamos que utilices los baños relajantes con esencias naturales. Tu piel absorberá los nutrientes que necesita en un ambiente de relajación muscular y vascular. 

 Otra rutina es el masaje Kobido, originario del Japón, que aúna conceptos de la medicina tradicional con técnicas del masaje tradicional japonés (Anma). El masaje se basa en la presión y la relajación de ciertas zonas corporales y faciales para facilitar el flujo vascular y linfático. Estas contracciones mejoran la oxigenación de la piel y liberan la tensión muscular acumulada.  

Consejos smart-aging  

No solo es importante realizar ejercicio y probar alguna terapia de cuidado para tu piel. Existen muchas maneras de fomentar que los ciclos de activación y relajación estén separados. Esos oasis de tiempo de recuperación son muy necesarios para que tu cuerpo no afecte a tu estado anímico, o al revés.   

Es muy importante tomar distancia de los problemas y reservar tiempo para realizar actividades diarias como pasear o realizar ejercicio moderado. El envejecimiento se induce si obligamos a nuestro organismo o a nuestra mente a trabajar a unos niveles superiores a los adecuados. Por ello es crucial disfrutar de momentos fuera de la actividad de rutina diaria. Levántate temprano y observa el amanecer o sal antes del trabajo y disfruta de un libro mientras cae el atardecer. Aunque haga frío, disfruta de actividades al aire libre con rutinas de ejercicio suave o de respiración. Así conseguirás el orden y la tranquilidad necesarios para que los ciclos de activación-relajación no afecten a tu día a día.  

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