Con el paso del tiempo, si hay una parte de nuestro cuerpo que se resiente, esa son las manos. La estructura de la piel de las manos no tiene demasiadas diferencias respecto a la de la piel corporal. Sin embargo, las usamos de forma continua y no siempre les ofrecemos el tratamiento y el cuidado que requieren.
¿Cómo es la piel de las manos?
Si bien es cierto que la estructura general de la piel de las manos difiere poco de la que podemos encontrar en las demás partes del cuerpo, sí que existen diferencias entre el dorso y la palma de la mano.
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Palmas y yemas de los dedos
La capa córnea es más gruesa y robusta. Es una piel cuya dermis tiene una composición mayor de tejido adiposo y contiene más tejido conectivo. Al utilizarse básicamente para la presión, esta estructura le confiere más resistencia. Como bien sabes, carece de pelo y no posee glándulas sebáceas. Por el contrario, tiene una densidad muy alta de glándulas sudoríporas. Cabe tener en cuenta que con esta composición sufre un déficit continuado de factores hidratantes (sin sebo, pero con sudor).
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Dorso de la mano
Es una piel fina y delgada porque su dermis no posee prácticamente tejido adiposo. Tiene escasos pelos y muy pocas glándulas sebáceas. Estas características la hacen proclive a la deshidratación y a estar muy poco protegida ante las agresiones mecánicas y ambientales.
¿Por qué se agrietan las manos?
Las manos pueden sufrir deshidratación y sequedad por múltiples razones, especialmente en invierno a causa de las inclemencias ambientales. Además, si no se realiza un cuidado adecuado puede aparecer inflamación, dolor e incluso evolucionar a dermatitis por contacto irritativa o eccematosa.
Entre las múltiples causas, destacamos:
- Las bajas temperaturas: la piel disminuye su estrato córneo ante el frío porque pierde con más facilidad la hidratación absorbida. Los cambios bruscos de temperatura (calefacción/frío exterior) también favorecen el riesgo de deshidratación.
- La humedad: los ambientes muy húmedos o muy secos pueden alterar la composición lipídica de la piel.
- Exceso de higiene: la higiene de las manos debe ser muy cuidadosa y con jabones que respeten la barrera hidrolipídica, sobre todo del dorso de las manos. Un exceso de contacto con agua o jabones predispone a la deshidratación.
- Contacto con productos agresivos como químicos: los productos de limpieza pueden producir abrasión cutánea, así que recuerda utilizar guantes cuando los utilices.
- Estrés mecánico: el esfuerzo del trabajo diario puede influir en la desestructuración de la piel palmar.
- Enfermedades inflamatorias de la piel o sistémicas crónicas pueden tener afectación en las manos (hipotiroidismo, diabetes o psoriasis).
¿Cómo podemos proteger las manos?
Las recomendaciones que te damos para proteger tus manos se basan en la protección (guantes) y en la utilización de emolientes, que ayudarán a crear una película protectora en la piel de tus manos.
Higiene sí, pero con cuidado:
- El agua no debe ser muy caliente y debes secarte siempre las manos después de lavarlas.
- Aplica el jabón sobre las palmas, porque es la parte que más se ensucia y la más resistente; así protegerás la zona más sensible, que es el dorso.
- Te aconsejamos que uses jabones sin alcoholes y que respeten la estructura de tu piel.
Siempre hidrata y repara:
Si utilizas una crema, que sea con un alto contenido en lípidos a modo de ungüento y que contenga activos interesantes como la urea (hidrata y disminuye el picor) o la centella asiática (ayuda a la cicatrización), además de elementos hidratantes (ácido hialurónico o karité), lípidos (aceites de jojoba, argán o monoi) o vitaminas (A, E o B5). No olvides que su aplicación puede ser más frecuente que la de otros productos. Por ejemplo, asocia su uso al lavado.
Si sigues estos consejos, lucirás unas manos sanas e hidratadas.